28 dic 2015

El hombre que quiso irse de Thanatópolis


Hubo una vez un hombre en Thanatópolis, que un día quiso irse, conocer el mundo, con la misma cara con que había venido. Hizo las valijas y se puso su mejor traje: el traje con que había llegado. No tenía una mancha de polvo, no tenía un gusano. La puerta de su casa asustó a las aves y a las plantas y a la luna y a los guardias. El concejo de Thanatópolis tomó medidas y encerró a ese hombre y a su familia en una cárcel, una cárcel que era su casa. El más experto funcionario de la ciudad, con sus martillos, clavó al suelo los pies del hombre que  quiso irse.
Desde ese día cuenta la gente en Thanatópolis, una ciudad de eutanasia y gloria, que hubo una vez un hombre que quiso irse y que fue encerrado. Era un hombre insano, de mal gusto y mal vestido, sin respeto por la gente de Thanatópolis. Cuando esto les aburra, dirán que tras irse volvería transmitiendo enfermedades, después que en realidad era un delincuente buscado por la ley, después que nunca fue bienvenido, o que nunca volvió a Thanatópolis, o que nunca había llegado o que, en realidad, nunca hubo un hombre que alguna vez haya  querido irse de la ciudad.



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